NO es gracioso como algunas personas entienden que pueden esperar sentados a que sus metas se logren. Unos cuantos nunca han intentado caminar hacia ellas, otros se encontraron con algún obstáculo y en lugar de patearlo, saltarlo o cruzarlo como se pudiera y seguir, se han quedado allí esperando que alguien les tome de la mano y les guíe por el resto del camino.
Ayer escuché un fragmento de un audiolibro que decía que somos los que imposibilitamos nuestra propia felicidad cuando buscamos pretextos para no hacer exactamente lo que queremos y no estar exactamente donde nos gustaría. El autor decía que una de las formas en que nos quedamos estancados justo donde estamos [sin querer exactamente estar ahí] es "siendo" conformes con lo que tenemos con las excusas de que "al menos tengo algo, hay otros que están peor" o, como dice un famoso dicho, "es mejor malo conocido que bueno por conocer", de modo que nos auto-negamos la posibilidad de vivir nuestros sueños. Otra forma muy usada es echarle la culpa a alguien más por lo que dejamos que pase con nosotros: "Yo quería ser esto, pero mi familia nunca me apoya.", "Me gusta viajar, pero no puedo, porque mis se llevan todo mi tiempo.", "Quería tener un negocio, pero mi marido no quiere trabajar en ello.".
Ciertamente este verbo guarda una marcadísima ambivalencia, olvidar puede ser un don divino como puede ser un defecto inminente. El olvidar va de la mano con la acción, el hecho, la persona y la circunstancia.
Me sentía muy triste y me dejé caer en el llanto; mis decepciones ahogadas salieron con orgullo, y hasta dejaron un rastro de su hazaña; el dolor que reprimía decidió seguir dicho rastro y saltar de mis ojos a un abismo alentador; las dudas, que nunca se aclararán, oyeron desde mi interior lo bueno que se sentía estar afuera y no pensaron en las consecuencias antes de salir, brillantes y llamativas; el amor, que fue olvidado, corrió sin invitación, y recordó en el camino que no la necesitaba...
En la niñez experimentamos el aprendizaje mediante esta estrategia de repetir las cosas, a medida que crecemos esta forma de aprendizaje nos empieza a parecer absurda y obsoleta, quizás hasta aburrida y afuncional; la verdad es que me atrevo a apostar mi premio nobel a que esta es la causa por la cual ciertas personas van perdiendo la capacidad de aprender y retener.